Se trata de una serie de collages y pinturas junto a otros objetos de arte de la artista multidisciplinar Gloria Flores.
Es difÃcil escribir sobre el objeto arte y sobre el sujeto conocido como “artistaâ€. En este caso se trata de una mujer que lleva pintado desde la infancia. Primero dibujando en su colegio, llenando las pizarras con el mandato de las monjitas y las tizas de colores. TenÃan que colocarle una silla para que alcanzase al pizarrón. Iba directa a Bellas Artes, pero decidió que nadie podÃa decir cómo debÃa pintar, sólo el inconsciente. Después comenzó con el óleo, vendiendo, por encargo, cuadros clásicos para ganar algún dinero cuando era una estudiante universitaria. En realidad toda una vida pintando que continúa. Pero prefiere ser una “sin curriculum†que se autoriza en la práctica porque lleva trabajando con distintos materiales y soportes más de treinta años. El arte no forma parte de su vida, es su vida. No le interesa el famoseo, tampoco vender más o menos. Se trata de que el que mire sus obras goce, y si desea un objeto-arte de la autora verdaderamente que lo solicite. Esta mujer es una artista multidisciplinar: escribe poesÃa, prosa, adaptaciones teatrales, dirige un grupo de lectura poética “Ars Poéticaâ€, también un Cine-club, el “Cinema Violetaâ€. En esta exposición titulada “El Arte del Di-wan†es un pequeño homenaje al psicoanálisis, por una parte en los collages y por otra en la pintura y en otros objetos inclasificables. Las interpretaciones dejémoslas a aquellos que miran y se dejan tocar por lo mirado. No hay mucho más que decir. Es una artista antiacademia, y antifundamentalismo en el campo del Arte. Lo cual suele darse bastante últimamente. Tampoco pinta lo que es tendencia, más bien esto no es Arte para ella. El Arte debe mantener la sorpresa a lo Brecht y suscitar en el espectador una incógnita. Tal vez, mientras escribo esto, introduzco a Adorno y sus escritos sobre Arte, maravillosos. Aconsejo su lectura. Sobre Arte se ha escrito tanto, y que sea asÃ, que sea asÃ, porque tal vez lo único que cura al sujeto de sus males existenciales sea elevar el objeto a la dignidad de la Cosa por una parte y en los tiempos del cólera que vivimos, salvarnos también por los desechos como dirÃa Jacques-Alain Miller.
(Hipólita Bousinet. Escritora y crÃtica de Arte pusilánime)
Antes de usar la mano, unida al pincel, para comenzar un cuadro, sencillamente dejo que esa parte de nuestros cuerpos con cinco dedos capaz de realizar los objetos más deseados y capaz de realizar los hechos más abyectos, se una al inconsciente y camine sola a través del lino. Mi mano conoce a la perfección el buen lino del malo. Algunos vendedores de lienzo te cuelan un áspero y dudoso soporte telar prometiéndote que es de gran calidad. Pero mis dedos se autorizan por sà mismos a saber que han sido engañados, lo sabe el pincel que también es especial, lo saben mis ojos que perciben una trama diferente a la que se desea para poder conseguir un final como el imaginado. Se trata de la técnica, dirán algunos. No es bastante. La técnica puede ser, según un comité académico, perfecta (palabra que desconozco). No es bastante para que un objeto artÃstico toque al que lo mira y disfrute. Mi mano sabe más que mi pensamiento. Mis ojos se unen a ella y dicen que pintan.