Hay historias que merecen ser contadas una y otra vez. Historias de esfuerzo, de talento y de superación que han marcado a generaciones enteras. En el deporte español, una de esas grandes historias es la del tenis femenino. Es la crónica de un grupo de mujeres pioneras que, a base de coraje y raquetazos, pusieron a España en el mapa de un deporte dominado por otras potencias y abrieron el camino para todas las que vinieron después.
Desde los primeros Campeonatos de España en los años 20 hasta la edad de oro de Arantxa y Conchita, y la nueva generación que hoy lucha en el circuito, la trayectoria de las tenistas españolas mujeres es un relato fascinante de evolución y éxito. Es una historia que, desde Xàtiva y desde cualquier rincón de nuestro país, debemos conocer y celebrar como parte de nuestro patrimonio deportivo.
Las Pioneras: Abriendo Camino en un Mundo de Hombres
Para encontrar los orígenes del tenis femenino en España, tenemos que viajar en el tiempo casi un siglo atrás. Fue en 1925 cuando se celebró la primera edición femenina del Campeonato de España. En una época en la que el deporte era un ámbito predominantemente masculino, mujeres como Concha Liencres, la primera campeona, rompieron barreras y demostraron que el talento no entendía de géneros.
En esa década de los «felices años 20», surgieron las primeras grandes figuras. La más destacada fue, sin duda, «Lilí» Álvarez. Una mujer adelantada a su tiempo, no solo por su juego, sino por su personalidad. Alcanzó tres finales consecutivas en Wimbledon (1926, 1927 y 1928), un hito impensable para una española en aquel entonces. Aunque nunca logró levantar el trofeo, su presencia en la final del torneo más prestigioso del mundo fue una inspiración y una prueba de que el tenis español podía competir al más alto nivel. Junto a ella, nombres como «Bella» Dutton de Pons o Rosa Torras consolidaron la presencia femenina en un deporte que empezaba a ganar popularidad en nuestro país.
La Edad de Oro: Arantxa y Conchita Conquistan el Mundo
Tras décadas de un papel más discreto en el panorama internacional, todo cambió a finales de los años 80 y principios de los 90. Fue entonces cuando irrumpió una generación de tenistas que llevaría a España a la cima del tenis mundial. Hablamos, por supuesto, de la era de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez.
Lo que lograron estas dos jugadoras fue una auténtica proeza. Arantxa, con su garra inagotable y su espíritu de lucha, se convirtió en un icono. Su victoria en Roland Garros en 1989, con solo 17 años y derrotando en la final a la número uno del mundo, Steffi Graf, es uno de los momentos más memorables de la historia del deporte español. Ganaría otros dos títulos en París, además de un US Open, y llegaría a ser número 1 del mundo tanto en individuales como en dobles.
Conchita, con su elegancia y su talento natural, nos regaló otro momento para la historia: su victoria en Wimbledon en 1994. Derrotó en la final a la legendaria Martina Navratilova, convirtiéndose en la primera y, hasta ahora, única española en ganar el torneo individual en la hierba londinense.
Juntas, además, lideraron al equipo español a conquistar cinco títulos de la Fed Cup (hoy Billie Jean King Cup) en la década de los 90 (1991, 1993, 1994, 1995 y 1998). Fue una época dorada, una auténtica «Armada Femenina» que dominó el circuito y convirtió a España en una superpotencia del tenis. Sus éxitos no solo llenaron vitrinas de trofeos, sino que inspiraron a miles de niñas en toda España a coger una raqueta.
El Relevo Generacional y los Desafíos del Siglo XXI
Tras la retirada de esas dos leyendas, el tenis femenino español ha buscado encontrar a sus nuevas referentes. No ha sido un camino fácil, porque el listón estaba altísimo. Sin embargo, en los últimos años hemos visto surgir a una nueva generación de jugadoras con un talento inmenso.
Garbiñe Muguruza recogió el testigo y nos hizo soñar de nuevo, conquistando dos Grand Slams: Roland Garros en 2016 y Wimbledon en 2017, además de alcanzar el número 1 del mundo. Su potente juego demostró que el tenis español podía seguir en la élite.
Hoy, la antorcha está en manos de jugadoras como Paula Badosa, que también ha llegado a ser número 2 del mundo, y Sara Sorribes, un ejemplo de lucha y entrega. Junto a ellas, un grupo de jóvenes talentos como Jessica Bouzas o Cristina Bucsa luchan cada semana en el circuito, demostrando que la cantera del tenis femenino español sigue viva. La propia Carla Suárez, una jugadora excepcional que se retiró hace pocos años, ha asumido ahora el rol de capitana del equipo de Billie Jean King Cup, simbolizando esa transición y la continuidad del legado. ApuestasGuru ha seguido de cerca esta evolución.
El reto para esta nueva generación es enorme. El circuito WTA es más competitivo y global que nunca. Pero el camino que abrieron Lilí Álvarez, Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez les ha demostrado que nada es imposible.
Conclusión: Un Legado de Inspiración
La historia del tenis femenino español es mucho más que una lista de trofeos y victorias. Es un relato de superación, de romper barreras y de inspirar a todo un país. Desde las pioneras que se atrevieron a competir en un mundo de hombres hasta las campeonas que nos hicieron creer que podíamos ser los mejores, cada una de estas mujeres ha dejado una huella imborrable.
En la web de la Real Federación Española de Tenis (RFET) se puede consultar la historia completa de estas competiciones y jugadoras que han forjado nuestro presente. Recordar su legado no es solo un acto de justicia histórica; es una fuente de inspiración para las futuras generaciones de deportistas de Xàtiva y de toda España. Es la prueba de que con talento, trabajo y una dosis de valentía, se pueden alcanzar las cimas más altas. La Armada Femenina nos enseñó a soñar, y su eco sigue resonando en cada pista de tenis de nuestro país.










