Pilar Martínez | Psicóloga
En el día de la Depresión quería hacer una pequeña aproximación para dar a conocer una enfermedad que padecen un 5% de nuestra población. La depresión es un estado de ánimo triste, apático sin ganas ni fuerzas de hacer nada que continuado en el tiempo puede llegar a incapacitar a la persona para realizar rutinas básicas y que alargado en 6 meses mínimo ya se podría diagnosticar como trastorno depresivo.
Por sentir tristeza en sí no implica tener depresión, ya que sucesos que puedan alterar la vida de las personas como pérdidas (salud, trabajo, relaciones…) pueden crear ese sentimiento siendo lo más normal y natural. Cuando hablamos de realizar el duelo se trata de expresar el dolor y no guardarlo dentro. El cuerpo habla lo que la mente calla, y si no se expresa por diferentes motivos a la larga acaba apareciendo de algún modo, ya sea en forma de ansiedad o enfermedad.
La depresión combina una serie de factores sociales, ambientales y genéticos que combinados entre sí hace que la persona se vaya metiendo en un pozo del que es fácil caer y no tanto salir de él.
En psicoterapia se explica de este modo, no se trata de ver la botella medio llena o medio vacía como se comenta socialmente para ver qué tipo de actitud se tiene, sino que la persona que padece depresión ve el agua turbia de esa botella, independientemente de si está llena o vacía. Por lo tanto se facilitan los recursos psicológicos necesarios y adaptados a la persona para que por sí misma vaya vaciando ese agua turbia con agua limpia (trabajo con pensamientos, conductas y gestión emocional) y aumentar notoriamente su calidad de vida.
Una alimentación sana, ejercicio diario, realización de hobbies, buen desarrollo personal y círculo social sano pueden ayudar a la prevención de la depresión así como amortiguar la sintomatología.
¿Cuándo se pide ayuda? Cuando la tristeza se prolonga demasiado en el tiempo y la persona no puede gestionarla por sí misma, cuando nota que afecta a sus relaciones personales, a su trabajo, cuando aparece el insomnio, apatía, falta de motivación, dispersión de pensamientos, carga mental, cansancio y falta de autocuidado en general.
Actualmente por la pandemia se han amplificado notoriamente los síntomas de ansiedad y depresión siendo el motivo principal de consulta en psicoterapia. Desde el personal sanitario que está al pie del cañón en esta guerra, saturados y desbordados emocionalmente hasta pacientes que nunca antes habían necesitado ayuda y se ven desbordados por la ansiedad que supone la incertidumbre del no saber, del miedo al contagio, no solo por ellos sino por miedo a contagiar a sus seres queridos, etc…
Desde la psicoterapia se aportan los recursos psicológicos necesarios para iniciar un trabajo personal basado en el autocuidado fortaleciendo la autoestima, gestión de las emociones, asertividad y comunicación asertiva, identificación de creencias irracionales y sustitución por otras más adaptativas que ayuden a conseguir una mejor calidad de vida.
Lecturas recomendadas:
- Cuando el cuerpo dice NO: La conexión entre el estrés y la enfermedad. Dc Gabor Mate
- Conexiones perdidas: causas reales y soluciones inesperadas para la depresión. Johann Hari