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ARTÍCULO DE OPINIÓN | MIGUEL SORANS

El escritor chileno Luis Sepúlveda murió en el estado español el jueves 16 de abril, por coronavirus, según confirmó su familia. Sepúlveda, quien había sido diagnosticado con la infección a finales de febrero, estaba internado en el Hospital Universitario Central de Asturias. El escritor de 70 años comenzó a mostrar los síntomas el pasado 25 de febrero, después de regresar de un festival literario celebrado en Oporto, una ciudad del norte de Portugal, Desde hacia varios años estaba radicado, junto a su familia, en Asturias.

Lamentamos mucho esta noticia. Sepúlveda fue un importante escritor pero también fue un militante de causas justas. Entre ellas la lucha revolucionaria para terminar con la dictadura de Somoza en Nicaragua.

Tuvimos el honor de que Sepúlveda participara en la revolución nicaragüenca junto a la Brigada Simón Bolívar, que impulsó nuestra corriente socialista. Fue una brigada de combatientes latinoamericanos que se impulsó desde Bogotá, bajo la iniciativa del dirigente argentino Nahuel Moreno, exilado entonces, y del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) de Colombia, que encabezaba una campaña internacional sistemática de apoyo a la lucha contra la dictadura de Somoza y de solidaridad con el FSLN para que triunfase y encabezara un gobierno propio, sin burgueses.

Exmilitante comunista, Sepúlveda se había visto obligado a abandonar su Chile natal en 1977, tras ser perseguido por el régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Sepúlveda, que se dio a conocer internacionalmente en 1988 con la publicación de «Un viejo que leía novelas de amor”. A esa exitosa novela siguieron otras como «Mundo del fin del mundo», «Nombre de torero», «Patagonia Express», «Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar», » La rosa de Atacama» o «Fin de siglo».

Recibió premios como el de poesía Gabriela Mistral,1976; el Rómulo Gallegos (1978), el premio de narrativa «Superflainao», 1993 o el Premio Ovidio concedido en 1998 en Italia por «La última frontera».

Justamente en la novela “Nombre de Torero”, uno de los protagonistas es un exilado chileno, Juan Belmonte. Que sería el que tiene nombre de torero. En la trama de ficción Belmonte cuenta que participó en la Brigada Simón Bolívar y que fue reprimido por el gobierno sandinista. En esa trama se mezclan personajes de la siniestra Stassi, policía de la antigua Alemania Oriental, con la policía de Pinochet y la caída del Muro de Berlín.

En una revista española, Sepúlveda, recordaba a la brigada el día del triunfo de la revolución: “En julio de 1979, exactamente el 19 de julio de ese año al atardecer me encontraba sentado en la escalinata que conduce a la catedral de Managua. Los sandinistas habían derrotado al dictador Anastasio Somoza y yo estaba ahí entre los sobrevivientes de la última Brigada Internacional, la Simón Bolívar, y compartía entre veinte o más, una petaquita de ron nica, y unos cigarros atroces que hacían los indios misquitos. Había alegría, más no euforia, pues todas las guerras avanzan y duran más de lo que uno pensaba. La mayoría de los combatientes eran muy jóvenes, celebraban la esperanza y lo que harían de su país en medio de la más limpia y pura utopía, era ajenos a la guerra fría o a los planes que ya se tejían en Washington. En esos momentos uno sólo piensa en sus muertos y a ratos le resulta injusto haber sobrevivido” (Revistateína N° 16. octubre de 2007. Revista electrónica de Valencia).

Miguel Sorans

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