Seis atletas del club Ajos Xàtiva consiguieron este gran reto
Cuatro intrépidos corredores del club atletismo Ajos Xàtiva se lanzaron el domingo a la carretera mucho antes del amanecer con el fin de alcanzar un reto más allá de lo deportivo. Se trataba de completar corriendo los 74 kilómetros que unen las localidades de l’Alcúdia de Crespins y Valencia, por la misma ruta que abrieron los amigos de Mapeba Canals, acabando la jornada en la basílica de la Virgen de los Desamparados. Los atletas que buscaban esta hazaña son Javier Márquez Cerdá, José Gabino Navarro Carmona, José Enrique Cuenca Torregrosa y Alejandro Palacín Pérez.
La salida fue a las 6:10 horas desde la gasolinera de l’Alcúdia de Crespins y la meta simbólica estaba en la plaza de la basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia. Se pasó por el antiguo puerto de Càrcer, Beneixida, Alberic, Massalavés, Monterías, L’Alcudia de Carlet, Carlet, Alginet, Picassent, Albal, Catarrotja, Alfafar, finalmente entrando en Valencia por la Cruz Cubierta y acabando en la plaza de la Virgen. El trayecto les llevó un total de 7h35’ con varias paradas obligadas de avituallamiento.
No se trataba de una carrera competitiva sino más bien sentimental. “El propósito era correr por los que no pueden hacerlo, por todos aquellos que llevamos en nuestro corazón y que ya no están con nosotros. Finalmente, al llegar a la plaza de la Virgen, el premio fue poder rendir pleitesía ante nuestra queridísima geperudeta”, señalan.
Los corredores estuvieron acompañados por Salvador Pérez Picazo y Rafael Daroca del club Ajos Xàtiva, además de Jesús Alemán del club atletismo Brinkacequias de Elche de la Sierra, durante el tramo nada despreciable de 33km entre las localidades de l’Alcúdia de Crespins y l’Alcúdia de Carlet.
Esto no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda de Vicente Lluch y de Javi Tolsa “que en todo momento fueron el ángel de la guarda” de los sufridos corredores proporcionándoles avituallamiento de agua, bebida isotópica, bocadillos, geles energéticos, frutos secos y lo más importante, el ánimo para continuar en los últimos kilómetros “en los que las piernas ya no iban y había que tirar de orgullo y corazón”.
A pesar del cansancio acumulado, los corredores han quedado con ganas de volver a intentarlo el año que viene, y a buen seguro otros atletas se unirán a ellos en esta iniciativa tan especial.