Miles de peregrinos al Jubileo de la Font de la Figuera desbordan las previsiones

La Parroquia de la Font ha repartido 5000 estampas de la Mare de Déu en un mes

La Parroquia de la Natividad de Nuestra Señora de la Font de la Figuera ha roto todas sus previsiones en relación al número de peregrinos que acuden al Jubileo de la Mare de Déu dels Xics. El elevado número de visitantes ha agotado el material gráfico que se edita. Muestra de ello, son las 5000 estampas de la Mare de Déu que, en un mes, se han agotado por la multitudinaria llegada de romeros. “Antes del Jubileo, los peregrinos que nos visitaban lo hacían con el objetivo de que les cuñáramos su credencial del camino de Santiago. Ahora, desde que hemos iniciado las celebraciones con motivo del Año Santo, tienen curiosidad por ver todo lo que rodea a esta celebración, empezando por el retablo del pintor Joan de Joanes y terminando por nuestra patrona, la Mare de Déu dels Xics”, afirma el párroco, Lisardo Castelló.

Alemanes, ingleses, franceses, holandeses, etc… pero también “personas de las comarcas cercanas que vienen adrede a conocer el patrimonio cultural de la Parroquia de la Natividad de Nuestra Señora”, asegura el párroco. Y sigue, “no queremos dejarnos ningún sector sin acoger y atender, dedicándole toda nuestra atención con motivo del Jubileo, por ese motivo, cada mes, pretendemos organizar un acto que integre a más sectores de la sociedad y a mayor cantidad de personas en esta celebración”.

Que la Font de la Figuera se configure en un punto estratégico que une Alicante, Albacete y Valencia es otro de los atractivos que la convierten en un destino ideal para tomarse un descanso y, de paso, disfrutar de su oferta turística.

Después de que la Parroquia de esta población lo solicitara al Papa Francisco, vive intensamente el privilegio de celebrar su primer Jubileo que, desde el pasado 24 de julio, suscita gran atención en la Font de la Figuera y en otras poblaciones de la archidiócesis de Valencia.

El Jubileo dedica una atención especial a la fe, al amor fraterno, a reconciliación y a la justicia, pero, ante todo, a Dios, con una exigencia de renovación en todos los sentidos. Es una invitación a la conversión personal, pero con dimensión social, con amor a todas las hermanas y hermanos, desde un firme compromiso por la justicia y la paz en el mundo y una especial atención a los marginados, excluidos o desheredados.