Los cuatro castillos de España que debes visitar

Existen 10.312 castillos, no es de extrañar que muchas películas de ambientación medieval se hayan rodado en España

1. En Segovia se encuentra una fortaleza que sufrió un incendio en 1862. Una leyenda urbana cuenta que Walt Disney se inspiró en el Alcázar de Segovia para sus castillos de cuentos de hadas. Además fue utilizado como decorado de Mr Arkadin por Orson Welles.

2. Xàtiva posee un castillo declarado Monumento Nacional que corona la ciudad. Interminables murallas colgantes trepan por la sierra Vernissa guiándonos hasta desembocar en el espectacular Castillo de Xàtiva. Uno no se da cuenta de la envergadura del castillo hasta que llega a su base, pero antes, a una altura de 300 metros, nos deslumbran las vistas sobre la ciudad. Tiene como elemento central una torre de la que parten dos brazos amurallados que acaban en un castillo, cada uno representa los dos castillos de Xàtiva. La fortaleza de la izquierda recibe el nombre tradicionalmente de Castillo Menor, mientras que el de la derecha se denomina  Castillo Mayor.

3- El castillo de Ibiza comprende un conjunto de edificaciones situadas en la cima del puig de Vila. Cuando todavía no existían las murallas renacentistas, este recinto junto con la almudayna conformaban una verdadera fortaleza rodeada por una cinta de muralla con 12 torres, que aparece mencionada en las fuentes medievales del siglo XII. Ambos espacios estaban separados por un lienzo interior con una torre que fue demolido al construirse, en el siglo XVIII, los cuarteles proyectados por Simon Poulet. El castillo se encuentra en lo alto de la isla por lo que muchos turistas optan por el alquiler de una moto en Ibiza y recorrer todo el trayecto en vehículo para no perder ni un minuto.

4- Sobre el Cerro de San Cristóbal, en Cuenca, se encuentra el castillo de Belmonte, Monumento Nacional. Las murallas de la fortaleza descienden hasta la localidad en un paseo histórico. Se empezó a construir en el siglo XV, antes del descubrimiento de América, y llegó a ser propiedad de la emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, que se casó con Napoleón III.