La localidad de la Vall d’Albaida celebra sus fiestas patronales en honor a San Blas del 1 al 6 de febrero
Los amantes de la pólvora, las tradiciones y los desfiles más enraizados vinculados a los Moros y Cristianos tienen su primera cita del año en Bocairent entre el 1 y el 6 de febrero. La localidad de la Vall d’Albaida encara de nuevo la celebración de una de las fiestas más antiguas de la Comunidad Valenciana tras conmemorar el 150 aniversario con Miguel Beneyto (Españoletos), Miguel Puerto (Granaderos), Juan Antonio Palao (Contrabandistas), Paco Blasco (Zuavos), Vicente Colomer (Estudiantes), Blas Insa (Moros viejos), Juan Antonio Cantó (MarroquÃes), Antonio Amorós (Moros marinos) y Blas Ferre (Mosqueteros) ejerciendo de capitanes de sus respectivas “filaesâ€.
El programa de actividades se inicia con la retreta de les Caixes que rememora la proclamación de San Blas como patrón de la localidad. Centenares de faroles de papel iluminan la noche al son del tabal para dar paso, a las 23.00 h, al desfile caracterizado por la peculiar prenda de abrigo que aún hoy utilizan la mayorÃa de festeros: la manta bocairentina, producto ligado a la industria textil local y homenajeada en el monumento que da la bienvenida a visitantes y vecinos.
La jornada siguiente alberga dos de los momentos de mayor vistosidad. El primero tiene lugar por la mañana con el izado de banderas y la interpretación conjunta por parte de todas las bandas de música del Himno a Bocairent, dirigido en esta ocasión por Pilar Vañó, profesora del Conservatorio superior “JoaquÃn Rodrigo†de Valencia y que cuenta ya con una notable trayectoria internacional y numerosos reconocimientos a pesar de su juventud. Pero sin duda, donde la espectacularidad de los Moros y Cristianos alcanza su mayor protagonismo es con la Entrada (16.30 h): la sucesión de escuadras, trajes especiales, carrozas, calesas, balés y caballos llenaran las calles de magia acompañada por los sonidos de más de cincuenta formaciones musicales.
No obstante, Bocairent reserva otros instantes en los que el tiempo se detiene y los sentimientos afloran al máximo como la procesión del dÃa 3. La llegada de la imagen del mártir a la plaza del Ayuntamiento sobrecoge por la emotividad que desprende la majestuosidad del enclave revestida con una oscuridad sólo rota por centenares de cirios y los cánticos del ¡VÃtol al Patró Sant Blai! A continuación, la Iglesia parroquial revive un contexto similar que se encarga de cerrar una jornada que empieza con la diana más participativa y la misa solemne.
La recreación de las luchas de la Reconquista se escenifica al dÃa siguiente sobre el castillo instalado a tal efecto. Tras los disparos de arcabucerÃa que impregnan el ambiente de pólvora, se producen los parlamentos que, al no llegar a buen fin, terminan con la inevitable batalla que ganarán los representantes de la media luna por la mañana y los de la cruz al atardecer. La distensión y el humor cogen el relevo por la noche con la retreta y la embajada de la risa.
La pérdida de la almena llevará al embajador a su conversión al cristianismo con el acto del Despojo del moro que se lleva a cabo en la mañana del dÃa 5 en otro punto privilegiado del rico patrimonio de Bocairent: la ermita del Santo Cristo tras suavizar la empinada subida con un buen almuerzo. Por la tarde, los alféreces recogen el testigo de los capitanes –máximos exponentes de cada “filà â€â€“ de cara a las celebraciones del siguiente año como sÃntoma del declinar de los festejos. Sin embargo, los vecinos no se resignarán y volverán a desafiar a la penumbra con los 6.000 cohetes de la “Cordà †distribuidos en diez cañas, un método exclusivo que atrae a entusiastas de diversas poblaciones por su particularidad.
La última jornada se reserva para el recuerdo a los difuntos y una comida en los masets de cada comparsa. Como es norma, las tertulias de la sobremesa se aprovecharán para revivir seis intensos dÃas en los que los bocairentinos olvidan sus preocupaciones para centrarse en engrandecer sus fiestas recogiendo el buen hacer de sus antepasados en unos Moros y Cristianos en continua evolución pero que han sabido conservar su particularidad y su idiosincrasia.