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ARTÍCULO DE OPINIÓN | SILVIA BARBER

A quién nos lo comentara antes de esta pandemia seguramente le habríamos llamado loco. Incluso semanas antes mucha gente quería pensar que esto no iba a pasar, que «a España no llegaría» se escuchaba decir a algunos. Siempre pensé que nos tocaría vivir algún desastre y que los hay de peores en cuanto a daños humanos, como han sido algunos terremotos o tsunamis. Parece que esto solo sucedía en la tele. Ahora no es momento de echar la culpa a nadie, es momento de ayudarnos.

Cuando ves el problema de lejos parece que contigo no va la cosa, cuando te quedas encerrado en tu casa sigues pensando que contigo todavía no va mucho la cosa… aunque  durante el primer día de confinamiento ya te empiezas a agobiar. Nunca te habías sentido privado de libertad. Empiezas a escuchar quejas de amigos o familiares acerca de si podrán o no trabajar, acerca de cómo trabajar desde casa…  Comprendo que sea la preocupación de muchas familias, que sin trabajar no van a comer.

Ahora no es momento de echar la culpa a nadie, es momento de ayudarnos.

Pero el «bicho» está ahí fuera esperándonos en cualquier supermercado, o incluso dentro de casa y no lo sabes porque no tienes síntomas (y quizás nunca los tengas). Nadie nos puede defender porque ha llegado a España sin vacuna y sin apenas medios para defendernos, porque esto no se esperaba cuando recortaban en sanidad, cuando nos ahogábamos por estrés laboral con tantos pacientes que apenas podíamos recordar sus rostros.

Mis compañeros de varios hospitales lloraban porque no sabían a que se enfrentaban. Un enemigo invisible y que te puede matar, la peor de las pelis de terror se queda corta. El miedo surge de lo desconocido, de la falta de protección y falta de información. Pero ellos  son valientes y con gran vocación: médicos, enfermeros, TCAES y celadores, que se las ingenian y se las inventan, pues no hay mejor imaginación que la que nace en tiempos de guerra, cuando tu vida está en peligro. Es esa la imaginación que te salva la vida, la que tantas veces reprimimos en nuestro día a día. Pierdes el miedo al ridículo al ponerte encima una bolsa de basura, o una máscara de buceo, para trabajar. Pierdes el miedo a aportar ideas para poder mejorar todos juntos. Mejorar en ese equipo de personas que te rodea pero que hay días que no sabes ni cómo se llaman, que siempre discuten o se critican continuamente, que trabajan en tensión sin tener porqué. Ahora no nos queda otra que unirnos para ser más fuertes.

Luego está la gente valiente, esa que se queda en casa y se enfrenta a sus demonios. Personas que estaban tan ocupadas trabajando, haciendo deporte, cuidando a los hijos o viajando que apenas tenían tiempo para pensar. Sometidos al estrés de esta sociedad aunque lo llevemos sin estrés, pero todos vivimos acelerados. Han de privarnos de libertad para que nos demos cuenta de que dentro de casa sólo somos cuatro, que lo importante está dentro de estas cuatro paredes. ¿Lo ves? míralos a los ojos y diles que les quieres, pues quizá mañana uno de ellos no esté. No nos hablan nunca con naturalidad de la muerte, y todos la viviremos.

Me quejaba de mi casa, que tiene un patio, y ahora pienso en los que viven en 60 metros cuadrados siendo cuatro en casa. Me quejaba de tener que sacar al perro y ahora él me da la libertad de pasear 10 minutos. Privilegiado aquel que tiene perro y puede mantenerlo. Me quejaba de no tener tiempo para sacar la ropa de primavera y esta vez lo hice con ilusión, porque tenía algo que hacer para emplear ese tiempo. Me quejaba de tener que cocinar y ahora nos peleamos por hacerlo… me quejaba tanto que no veía lo importante que tenía: la vida.

Si nos llega el «bicho», al que llaman muerte invisible y que tantas familias está destrozando, solo nos quedará tener fe. Cada uno que se agarre a lo que más fuerza le dé para luchar, porque se puede superar aunque sea solos en una habitación. No tengan miedo. El personal sanitario os va a cuidar. Como lo hicimos antes también lo haremos ahora, y seguiremos haciéndolo siempre, a pesar de haber sido invisibles durante tantos años.

Cuidad de vuestros mayores si puede ser en la distancia. Llama a tus padres, a tus amigas, recupera amistades que perdiste aunque sea por teléfono. Valdrá la pena, todos unidos saldrá mejor.

No tengan miedo. El personal sanitario os va a cuidar. Como lo hicimos antes también lo haremos ahora, y seguiremos haciéndolo siempre, a pesar de haber sido invisibles durante tantos años.

Y a esos héroes de guerra, a los de primera línea de batalla: los sanitarios, personal de limpieza, policías, bomberos, guardia civil, ejército, cocineros… ahora el mundo verá la importancia de vuestra labor. Se está viendo ya de qué pasta estamos hechos, vivid y disfrutad lo que podais de vuestra vocación, y ojalá se acuerden de nosotros cuando todo esto acabe y se nos valore de verdad.

Un merecido aplauso para todos los que luchamos contra lo peor ahora mismo: nuestros propios miedos.

 

Silvia Barber – Enfermera.

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